Desde el Centro Cultural: “La potencia creativa o la destrucción del lenguaje (lo que el psicoanálisis le puede aportar a la poesía)”

Sección donde un miembro de EFBA causado por el arte, recomienda y brinda una lectura sobre obras de teatro, muestras de artistas plásticos, películas, literatura y poesía que puedan ser relevantes para la comunidad. 

“Convertir el ultraje de los años en una música, un rumor y un símbolo” J.L Borges

La poesía designa el acto de violentar el lenguaje hasta destruir el sentido dado y hacer emerger de cada letra un dolor antiguo, un silencio inesperado, una palabra que no existe, la invención de una vida fugaz, en el resplandor del vacío cuando impacta en el decir.

Para poder avanzar en relación al ensamble entre acto creativo y destrucción propongo servirnos de un libro escrito por M.Plastow titulado: “Sabina Spilrein y la poesìa del psicoanàlisis.Escritura y fin de análisis.”

Para Sabina Spilrein la pulsión de destrucción es parte de la pulsión sexual y no se enfrenta a ella como sí lo afirmaba Freud.

En este libro Plastow resalta la vertiente poética que habita en la destrucción.

Así, la destrucción y la muerte, lejos de oponerse a la vida son la causa misma de la vida y su creatividad. Podemos leer entonces a la destrucción como la violencia por la cual se aniquila una cierta imagen o ilusión. Esta destrucción es entonces capaz de dar lugar a la aparición de la obra del inconsciente en la producción de un acto creativo.

Spilrein hizo poesía del psicoanálisis o psicoanálisis de la poesía.

Freud iba en compañía de dos poetas cuando escribió “La transitoriedad” mientras estallaba la primera guerra mundial.

Y dice algo así como que si llegara el momento en que todo lo humano desapareciera el valor de lo bello no se vería modificado ya que lo que volviera a surgir e inventarse llevaría las trazas de aquello que alguna vez existió.

La poesía le da un lugar al tiempo , en la eternidad del instante, un refugio. Es la trama, la resistencia que erige una y otra vez el escenario que la guerra y el odio se empeñan en derribar. Esa destrucción, la de la guerra, es de otra estofa. Es aquella por la cual se derrama el mundo en la inmundicia.

Ahora va una poesía de mi autoría, inédita 

Que el sonido de la luz eyecte
el breve instante
que nos fulminó:
una sombra eterna y fugaz.

Que la Odisea me lleve lejos
hasta latir
en partituras de tiempo
hasta pronunciar tu cuerpo

en el pretérito imperfecto
de cada una de las cosas mundanas
que hubo entre nosotros

hasta que Ofelia se despida de sus muertos
como Dios manda
y Dante se consuma en la tragedia
del infierno que nos habitó

y podamos soportar
que el paraíso fue la primera alucinación
que nos causó hambre.

Aires de época: “Con el otro: construir o destruir”

Sección dedicada a las reflexiones en torno a la subjetividad de la época y sus debates actuales, tendiendo puentes hacia nuestros lectores.

En los últimos tiempos las consultas por persistentes tropiezos en el encuentro de un niño con otro se han multiplicado. El asunto no deja de merecer atención en padres y maestros quienes se enfrentan con el hostigamiento o la segregación que muchos niños padecen o provocan en escuelas, plazas, clubes y otros espacios compartidos. 

¿Cuál es la causa de esa violencia en la infancia?  

¿Por qué esa hostilidad temprana de un ser humano a otro? 

El encuentro con los otros siempre ha sido conflictivo. Diferentes a los animales que maltratan o matan sólo cuando su naturaleza los impulsa, desde pequeños los niños   muestran mejor o peor disposición a relacionarse con otros niños. Algunos son proclives a compartir el juego, muchos no cejan en dejar fuera de juego al otro.

Descreídos de razones naturales, innatas o biológicas para explicar estas diferencias, los psicoanalistas nos preguntamos ¿qué papel cumple el otro para la existencia del sujeto, qué es otro niño para un niño?

Sabemos que el desamparo con el que nacemos nos coloca en una dependencia real que hace imprescindible la presencia de   otro ser humano para subsistir. Su  asistencia es  primordial  para la constitución de nuestra estructura. Para el viviente humano , que nace prematuro en su constitución, no es un dato menor alcanzar un lugar privilegiado ante aquel del cual depende ni le resulta  indiferente, en caso de creer lograrlo, la posibilidad de enfrentar el riesgo de perderlo. La aparición de otro niño en el universo del que se creía único actor y protagonista, sufrirá un verdadero vendaval.  Ante la percepción de otro niño causante del interés y deseo materno verá conmovido su mundo. 

Sigmund Freud  describió de  modo claro y riguroso lo que implica la presencia de otro niño para el sujeto que creía ser todo para la madre. La aparición de un hermanito en la escena familiar inaugura no sólo pérdidas dolorosas con enormes   consecuencias sino también abre un tiempo de descubrimiento. El niño descubre que no era lo que creía ser, descubre lo que estaba cubierto. Así, la aparición de otro cumple en primera instancia una función esencial en la existencia, implica despertar de creencias ilusorias, de saberes ya sabidos, activando  una ganancia sin igual, promoviendo la pregunta, muestra clara de la falta  de saber.  Las preguntas del ser humano comienzan cuando se puede percibir la otredad. Sin ese extraño que conmueve el propio lugar  nunca nacerá un  investigador.

Sin duda se trata de  una verdadera ganancia,  pero esa presencia no causa inicialmente bienestar. Su emergencia introduce también una  amenaza para la unidad y consistencia de la imagen propia.  El otro surge como un intruso al que se quiere eliminar, al que se prefiere hacer desaparecer, al que se pretende destruir.

Freud lo menciona pero también aclara que con el tiempo ese otro, que despierta inicialmente el aguijón narcisista y las pasiones destructivas del niño,  ese otro niño , que constituye el paradigma de lo fraterno, pasará a ser un compañero de juegos.

Parece natural pero no lo es.

Basta acercarnos a la cotidianeidad para comprobar que los sentimientos nobles no se gestan temprana ni espontáneamente, tampoco   son de progreso evolutivo, y más bien dependen de operaciones contingentes.

Los frecuentes tropiezos y síntomas que tempranamente emergen en la infancia a la hora de producir ese pasaje parecen desmentir lo descrito por Freud respecto de que solo el tiempo vaya a permitir ese pasaje. La tensión agresiva subsistirá en diversos grados y no es infrecuente hallar adultos que seguirán haciendo del otro un enemigo al que se adjudican todos los males, depositando en él una perspectiva fija,    afirmatoria de la propia bondadosa identidad.

Nada lleva espontáneamente a abandonar la hostilidad, el firme anhelo de hacer desaparecer al otro. El transcurrir de  los  días no alcanza para ver surgir el sublime deseo de considerar al  otro un compañero de juegos.  

¿Qué permitirá entonces que el otro pase de ser un intruso a ser un compañero de juegos?

El lugar del otro en la estructura del sujeto va a depender  de que oriente vías para canalizar constructivamente la tensión agresiva  y los goces destructivos.  Esos que muestran su peor versión ante la presencia real del otro, tensando la unidad imaginaria del niño.

Los efectos de traspié en el lazo social, tanto el hostigamiento y maltrato entre los niños como las guerras persistentes entre adultos, muestran esa tensión agresiva que perdura a lo largo de toda la vida. Sin embargo, las palabras que un niño recibe de sus mayores significativos y del discurso de la época, producen diferentes eficacias en la percepción de la otredad. 

Según los decires que ayudan al niño a ubicar su lugar en determinada perspectiva, el otro puede seguir siendo un intruso al que hay que eliminar, puede hacerse un rival o  un competidor   estimulante, transformarse en un opositor que hace presente la diferencia, subsistir como un enemigo que amenaza la consistencia y al que hay que aniquilar, pero también puede convertirse en un amigo.

¿Que sería para el caso un amigo ? El que siendo otro me ofrezca el oportuno acceso a la búsqueda de lo que me falta, causando el deseo de jugar.   

 El amigo es el compañero de juego en la vida , es el que permite que los goces hagan juego, que no sean idénticos a lo familiar , el que recrea la existencia del sujeto.  La otredad previene  del empobrecimiento endogámico al generar la recreación de  los goces. 

En el encuentro con los otros niños se recrean los goces exogámicos, el jardín, la escuela, el deporte, la plaza, son todos espacios más allá del grupo que siempre aspira a lo familiar. 

Ahora bien, si el encuentro con otro es una oportunidad, también es oportuno recordar que, en tiempos como el nuestro de profunda desorientación, el sujeto se encuentra proclive a hacer una regresión y  colocar al otro solo en el lugar del intruso, en el plano del invasor de nuestro territorio, el que nos quita lo que es nuestro, el que nos contamina con el virus y  es amenazante. En definitiva, en el otro se pueden proyectar todos los males propios que atacan nuestra consistencia. Con ello resurge lo peor del ser humano, el exterminio de toda extranjeridad, el agrupamiento fanático, la segregación, la nula autocrítica. 

Por eso el psicoanálisis, que brega por la existencia del sujeto, amenazada en nuestra actualidad en medio de  afirmaciones apodícticas y terminantes, no cesa de promover   el desconocimiento oportuno al que el otro nos acerca, remedia nuestra ignorancia y nos protege de sus consecuencias.  

Reportaje: Amigas y hermanas

En esta sección, desde algunas preguntas, un miembro de EFBA, abre algunas líneas de pensamiento, tomando como eje su investigación actual, hacia el intercambio con nuestro público.

    • Tomando la línea de investigación que viene sosteniendo durante el pasado año acerca del lazo entre amigas y hermanas ¿Cómo pensar el sesgo particular que se juega en este tipo de lazos? ¿Solo prima la ternura y el amor? ¿Como se incluye lo ajeno y lo hostil?

    Si rastreamos en la literatura ese vínculo tan especial que se da entre hermanas o amigas, encontramos que en los clásicos predomina la idea de que es un lazo atravesado por el odio, los celos, la rivalidad, un vínculo donde predomina una mirada sesgada en el sentido de lo emocional irracional y narcisista. Además, en esta literatura, la amistad entre mujeres es secundaria al amor sexual con un hombre.

    Virginia Wolf en Una Habitación Propia nos dice:

    (…) “Todo queda simplificado, absurdamente convencionalizado, si me atrevo a decir tal cosa. El único sentimiento que Octavia le inspira a Cleopatra son celos.
    ¿Es más alta que yo? ¿Cómo se peina? La obra quizá no requería más. Pero qué interesante hubiera sido si la relación entre las dos mujeres hubiera sido más complicada. Todas las relaciones entre mujeres, pensé recorriendo rápidamente la espléndida galería de figuras femeninas, son demasiado sencillas. Se han dejado tantas cosas de lado, tantas cosas sin intentar”.

    Virginia Wolf nos dice aquí que, si solo se subraya en la relación entre dos mujeres el drama de los celos, se está aplanando una relación tan rica en matices, complejos y contradicciones. En la actualidad, sin embargo, Elena Ferrante en su teatrología “Dos amigas” producirá una ruptura radical con esta cuestión dando cuenta que aquello que representa la amiga tiene un costado inenarrable, que no se deja reducir a un sentido positivo o negativo.

    Desde el psicoanálisis podemos decir que no hay una definición del hermano, del prójimo, del amigo, que vaya en un solo sentido. Objeto de amor u objeto de odio, semejante o desemejante, sino que hay que pensar al hermano como punto de articulación entre lo semejante y lo desemejante. Entre el amor y el odio. Es en este sentido que subrayo el nombre que le da Lacan en su texto “La familia” a la llegada del hermano: el complejo de intrusión y más adelante nos hablará de complejo fraterno. Efectivamente es un lazo complejo en el sentido de estar afectado por elementos diversos, opuestos y paradójicos en el que se sostiene tanto el amor como el odio.

    Entonces, entre hermanas y amigas considero que se constituye un lazo complejo que no tiene una única vía, sino que es un lazo atravesado por el amor y el odio al mismo tiempo.

     2) ¿Puede ser un modo de sostener el armado de comunidad que oriente frente a la desorientación de estas épocas?

    Sí, pero a condición de que ese armado respete la alteridad, lo distinto, renunciando a la promoción de lo igual. Muchas agrupaciones de mujeres sostienen lo igual, Freud ya nos lo advertía al hablar de la identificación histérica y lo igual hace masa. No orienta. Es una falsa respuesta a la segregación.

     3) ¿Cómo pensar desde tu investigación la pregnancia de los grupos de mujeres, la militancia y la lucha por derechos frente al embate de la desigualdad y la violencia epocal?

    Me orienta pensar que la desigualdad de derechos para las mujeres y la violencia que se ejerce hacia ellas está vinculada a lo que Freud llamó el horror a lo femenino. Lo femenino produce enigma, no cierra y eso se rechaza. Las propias mujeres no están exentas de este rechazo a lo femenino.

    El feminismo acuña el termino sororidad (que se desprende de sisterhood) para señalar el lazo que puede producirse entre mujeres.

    Sin ir en desmedro de todo lo que el concepto de sororidad puede aportarnos en lo social, debemos advertir que el puro amor conduce a la segregación de lo diferente: lo masculino en este caso.

    ¿Qué hace que un discurso que conocemos como feminismo y que plantea una igualdad de géneros que considero absolutamente pertinente, pueda generar en sus extremos aquello que pretende combatir, es decir, la exclusión?

    El feminismo como cualquier otro discurso llevado al extremo, corre el riesgo de consolidar una fratría que, como tal, conduce a la segregación.

    Entonces, la sororidad, el me too que apuntan a visibilizar y luchar contra una sociedad patriarcal que ha dejado a la mujer en un lugar muy desventajoso, corre el riesgo, como en toda comunidad de hermanos, de hacer causa común en torno al ideal que se defiende, generando un enemigo, por ejemplo, los varones.

     4) ¿Entre hermanas y amigas… puede tratarse de un sostén para intentar responder al enigma de la femineidad? ¿Es un lazo propiciador o puede volverse masa que logre borrar las tan necesarias diferencias?

    Sí, considero que entre hermanas y amigas se juegan cuestiones fundamentales de la subjetividad. Entre ellas el intentar extraer una respuesta a la pregunta por lo femenino. Es un lugar más allá de la madre, y por eso mismo ya es también un lugar de exogamia.

    Entonces, es un lazo propiciador mientras no aparezca la interferencia del falo imaginario como objeto. Mientras la relación esté comandada por la falta, es una relación propiciatoria y orientadora. Un lugar de anclaje.

    Pero cuando en esa relación interfiere el falo, no como falta sino como potencia imaginaria, se despierta la medida de lo que se tiene o no se tiene. Como dice Virginia Wolf, las preguntas allí son: “Es más alta que yo” “¿Cómo se peina?”. Estamos en el terreno de la envidia y los celos que son aplastantes y mortificantes.

    Pero también podría ocurrir lo contrario que sería el “puro amor”, un amor que borre lo radicalmente diferente, y también ahí estamos en el terreno de la masa.

    Entonces, me gustaría subrayar que esa relación entre hermanas y amigas es propiciatoria y orientadora mientras predomine la falta que haga límite al “todo” que propone la masa, preservando lo infinitamente singular que es la pregunta por el enigma de lo femenino.