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Reportaje: Hermanas y amigas

En esta sección, desde algunas preguntas, un miembro de EFBA, abre algunas líneas de pensamiento, tomando como eje su investigación actual, hacia el intercambio con nuestro público.

1) Tomando la línea de investigación que viene sosteniendo durante el pasado año acerca del lazo entre amigas y hermanas ¿Cómo pensar el sesgo particular que se juega en este tipo de lazos? ¿Solo prima la ternura y el amor? ¿Como se incluye lo ajeno y lo hostil?

Si rastreamos en la literatura ese vínculo tan especial que se da entre hermanas o amigas, encontramos que en los clásicos predomina la idea de que es un lazo atravesado por el odio, los celos, la rivalidad, un vínculo donde predomina una mirada sesgada en el sentido de lo emocional irracional y narcisista. Además, en esta literatura, la amistad entre mujeres es secundaria al amor sexual con un hombre.

Virginia Wolf en Una Habitación Propia nos dice:

(…) “Todo queda simplificado, absurdamente convencionalizado, si me atrevo a decir tal cosa. El único sentimiento que Octavia le inspira a Cleopatra son celos.
¿Es más alta que yo? ¿Cómo se peina? La obra quizá no requería más. Pero qué interesante hubiera sido si la relación entre las dos mujeres hubiera sido más complicada. Todas las relaciones entre mujeres, pensé recorriendo rápidamente la espléndida galería de figuras femeninas, son demasiado sencillas. Se han dejado tantas cosas de lado, tantas cosas sin intentar”.

Virginia Wolf nos dice aquí que, si solo se subraya en la relación entre dos mujeres el drama de los celos, se está aplanando una relación tan rica en matices, complejos y contradicciones. En la actualidad, sin embargo, Elena Ferrante en su teatrología “Dos amigas” producirá una ruptura radical con esta cuestión dando cuenta que aquello que representa la amiga tiene un costado inenarrable, que no se deja reducir a un sentido positivo o negativo.

Desde el psicoanálisis podemos decir que no hay una definición del hermano, del prójimo, del amigo, que vaya en un solo sentido. Objeto de amor u objeto de odio, semejante o desemejante, sino que hay que pensar al hermano como punto de articulación entre lo semejante y lo desemejante. Entre el amor y el odio. Es en este sentido que subrayo el nombre que le da Lacan en su texto “La familia” a la llegada del hermano: el complejo de intrusión y más adelante nos hablará de complejo fraterno. Efectivamente es un lazo complejo en el sentido de estar afectado por elementos diversos, opuestos y paradójicos en el que se sostiene tanto el amor como el odio.

Entonces, entre hermanas y amigas considero que se constituye un lazo complejo que no tiene una única vía, sino que es un lazo atravesado por el amor y el odio al mismo tiempo.  

 2) ¿Puede ser un modo de sostener el armado de comunidad que oriente frente a la desorientación de estas épocas?

Sí, pero a condición de que ese armado respete la alteridad, lo distinto, renunciando a la promoción de lo igual. Muchas agrupaciones de mujeres sostienen lo igual, Freud ya nos lo advertía al hablar de la identificación histérica y lo igual hace masa. No orienta. Es una falsa respuesta a la segregación.

 3) ¿Cómo pensar desde tu investigación la pregnancia de los grupos de mujeres, la militancia y la lucha por derechos frente al embate de la desigualdad y la violencia epocal?

Me orienta pensar que la desigualdad de derechos para las mujeres y la violencia que se ejerce hacia ellas está vinculada a lo que Freud llamó el horror a lo femenino. Lo femenino produce enigma, no cierra y eso se rechaza. Las propias mujeres no están exentas de este rechazo a lo femenino.

El feminismo acuña el termino sororidad (que se desprende de sisterhood) para señalar el lazo que puede producirse entre mujeres. 

Sin ir en desmedro de todo lo que el concepto de sororidad puede aportarnos en lo social, debemos advertir que el puro amor conduce a la segregación de lo diferente: lo masculino en este caso.

¿Qué hace que un discurso que conocemos como feminismo y que plantea una igualdad de géneros que considero absolutamente pertinente, pueda generar en sus extremos aquello que pretende combatir, es decir, la exclusión?

El feminismo como cualquier otro discurso llevado al extremo, corre el riesgo de consolidar una fratría que, como tal, conduce a la segregación.

Entonces, la sororidad, el me too que apuntan a visibilizar y luchar contra una sociedad patriarcal que ha dejado a la mujer en un lugar muy desventajoso, corre el riesgo, como en toda comunidad de hermanos, de hacer causa común en torno al ideal que se defiende, generando un enemigo, por ejemplo, los varones.

 4) ¿Entre hermanas y amigas… puede tratarse de un sostén para intentar responder al enigma de la femineidad? ¿Es un lazo propiciador o puede volverse masa que logre borrar las tan necesarias diferencias?

Sí, considero que entre hermanas y amigas se juegan cuestiones fundamentales de la subjetividad. Entre ellas el intentar extraer una respuesta a la pregunta por lo femenino. Es un lugar más allá de la madre, y por eso mismo ya es también un lugar de exogamia.

Entonces, es un lazo propiciador mientras no aparezca la interferencia del falo imaginario como objeto. Mientras la relación esté comandada por la falta, es una relación propiciatoria y orientadora. Un lugar de anclaje.

Pero cuando en esa relación interfiere el falo, no como falta sino como potencia imaginaria, se despierta la medida de lo que se tiene o no se tiene. Como dice Virginia Wolf, las preguntas allí son: “Es más alta que yo” “¿Cómo se peina?”. Estamos en el terreno de la envidia y los celos que son aplastantes y mortificantes.

Pero también podría ocurrir lo contrario que sería el “puro amor”, un amor que borre lo radicalmente diferente, y también ahí estamos en el terreno de la masa.

Entonces, me gustaría subrayar que esa relación entre hermanas y amigas es propiciatoria y orientadora mientras predomine la falta que haga límite al “todo” que propone la masa, preservando lo infinitamente singular que es la pregunta por el enigma de lo femenino.

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